Las conductas desafiantes o disruptivas durante la infancia y la adolescencia no son simplemente un problema de obediencia o rebeldía. Detrás de cada reacción suele haber una historia: experiencias difíciles, frustraciones no expresadas o la dificultad para poner en palabras lo que se siente. En muchos casos, estos comportamientos son una forma de comunicar malestar, miedo o necesidad de atención y seguridad.
Cuando un niño o adolescente se muestra irritable, agresivo o desconectado, a menudo está intentando protegerse o encontrar un modo de ser escuchado. Las dificultades para gestionar las emociones, las tensiones familiares, los conflictos escolares o incluso situaciones de pérdida o trauma pueden estar en el origen de esas conductas. Entenderlas no implica justificar lo que ocurre, sino abrir la puerta a comprender qué hay detrás y qué necesita esa persona para sentirse mejor.
Desde una mirada comprensiva, en Albores trabajamos junto a las familias y los profesionales de referencia para identificar las causas de ese malestar y ofrecer herramientas que favorezcan la regulación emocional, la comunicación y la convivencia. Nuestro objetivo es acompañar, no corregir: crear espacios seguros donde niños, niñas y adolescentes puedan aprender a expresar lo que sienten, reencontrarse con los demás y desarrollar recursos personales para afrontar las dificultades del día a día.
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