Las conductas desafiantes o disruptivas durante la infancia y la adolescencia no siempre son simples actos de rebeldía.
A menudo reflejan un malestar emocional, una dificultad para gestionar las emociones o una forma de pedir ayuda.
Desde una mirada comprensiva, trabajamos junto a las familias para identificar las causas y ofrecer herramientas que
favorezcan el bienestar y la convivencia.
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La depresión en la adolescencia puede manifestarse a través de tristeza persistente, apatía, irritabilidad o pérdida de interés por lo que antes resultaba motivador.
No siempre es fácil de identificar, y a menudo se confunde con los propios cambios de esta etapa.
Acompañamos a las familias y a los adolescentes para reconocer las señales, ofrecer apoyo emocional y facilitar un entorno que favorezca la recuperación y el bienestar.
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La ansiedad en la adolescencia puede manifestarse a través de inquietud, tensión constante, miedo a fallar o dificultades para relajarse.
En ocasiones aparece como dolores físicos, irritabilidad o bloqueos ante situaciones cotidianas.
Acompañamos a los adolescentes y a sus familias a reconocer las señales, comprender su origen y aprender estrategias que ayuden a recuperar la calma y el equilibrio emocional.
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Las reacciones emocionales extremas pueden aparecer como enfado desproporcionado, tristeza intensa, llanto frecuente o cambios de ánimo repentinos.
Estas respuestas no siempre son simples “cosas de la edad”, sino señales de un malestar que necesita comprensión y acompañamiento.
Ayudamos a las familias y a los adolescentes a identificar qué hay detrás de esas emociones desbordadas y a encontrar formas más saludables de gestionarlas y expresarlas.
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La baja autoestima puede llevar a que los adolescentes se juzguen con dureza, duden constantemente de sus capacidades o sientan que no están a la altura de los demás.
Estas inseguridades pueden afectar su bienestar emocional, su rendimiento académico y sus relaciones.
Acompañamos a las familias para comprender el origen de esta autocrítica y ofrecer herramientas que ayuden a fortalecer la confianza y el sentido de valía personal.
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El aislamiento en la adolescencia puede manifestarse cuando dejan de compartir tiempo con amigos, se encierran en su habitación o muestran desinterés por actividades que antes disfrutaban.
A veces buscan un espacio propio, pero en otras ocasiones puede ser señal de tristeza, ansiedad o dificultades para comunicarse.
Acompañamos a las familias a reconocer cuándo este distanciamiento forma parte del proceso de crecimiento y cuándo puede indicar un malestar que necesita apoyo.
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